Investigadores estadounidenses hallaron que los productos de desecho de algunas especies de microorganismos intestinales activan una molécula ubicada en la pared del intestino.
A la hora de bajar de peso, siempre pensamos en dietas, ejercicios y vida sana. Sin embargo, ahora se sospecha que un colega inesperado podría ser útil a la hora perder algunos de esos kilos de más: las bacterias. Una investigación en ratones encontró que un microorganismo intestinal juega un rol esencial en controlar si el animal que la hospeda es flaco o un poco gordo.
Los seres humanos tenemos muchas realmente muchas bacterias conviviendo con nosotros en nuestros intestinos. Su presencia es muy bienvenida porque cumplen funciones como digerir partículas complicadas o sintetizar nutrientes importantes. Ellas, por su parte, reciben un lugar donde estar y el alimento necesario para vivir.
Los investigadores de la Universidad Médica de Southwestern encontraron que los productos de desecho de algunas especies de bacterias intestinales activan una molécula ubicada en la pared del intestino. Cuando esto ocurre, la comida se mueve más lentamente a lo largo de este órgano, dándole tiempo de sobra para absorber gran parte del alimento que se encuentra allí.
Por lo tanto, esta señal determina que el animal en cuestión engorde más fácilmente que aquellos en lo que no se activa esta señal.
Aunque estas conclusiones se obtuvieron a partir de experimentos en ratones, los científicos ya especulan con que será posible aprovechar este dato para tratar ciertos tipos de obesidad.
Creen que podría ser posible diseñar un mecanismo para bloquear la molécula que estas bacterias activan, con lo cual se absorbería menos alimento a nivel intestinal.
A la hora de bajar de peso, siempre pensamos en dietas, ejercicios y vida sana. Sin embargo, ahora se sospecha que un colega inesperado podría ser útil a la hora perder algunos de esos kilos de más: las bacterias. Una investigación en ratones encontró que un microorganismo intestinal juega un rol esencial en controlar si el animal que la hospeda es flaco o un poco gordo.
Los seres humanos tenemos muchas realmente muchas bacterias conviviendo con nosotros en nuestros intestinos. Su presencia es muy bienvenida porque cumplen funciones como digerir partículas complicadas o sintetizar nutrientes importantes. Ellas, por su parte, reciben un lugar donde estar y el alimento necesario para vivir.
Los investigadores de la Universidad Médica de Southwestern encontraron que los productos de desecho de algunas especies de bacterias intestinales activan una molécula ubicada en la pared del intestino. Cuando esto ocurre, la comida se mueve más lentamente a lo largo de este órgano, dándole tiempo de sobra para absorber gran parte del alimento que se encuentra allí.
Por lo tanto, esta señal determina que el animal en cuestión engorde más fácilmente que aquellos en lo que no se activa esta señal.
Aunque estas conclusiones se obtuvieron a partir de experimentos en ratones, los científicos ya especulan con que será posible aprovechar este dato para tratar ciertos tipos de obesidad.
Creen que podría ser posible diseñar un mecanismo para bloquear la molécula que estas bacterias activan, con lo cual se absorbería menos alimento a nivel intestinal.
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